Reflexiones

Después de varios meses…

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Intento escribir otra vez algo que sea de ayuda para alguien de los millones de personas que padecen, como yo, enfermedades mentales en mayor o menor grado y que se llegan a ver tan a años luz de los demás como me veo yo.

Afortunadamente cuento con una serie de personitas que me anclan de alguna forma a la vida real (ellos saben quiénes son) pero a veces, muchas en contra de mi voluntad, mi mente me expulsa de todo lo que es medianamente soportable y me condena al ostracismo donde tanto ella como mi alma están tan alejados de lo «normal» que no sé ni decir dónde están ellos ni dónde estoy yo o la parte de mí que identifico como «yo».

Mis intentos por intentar parecer «normal» me acaban llevando indefectiblemente a romperme por dentro y en cada rotura los trozos se parten tanto que intentar pegarlos es cada vez más y más difícil.

Y en cada crisis me quedo más acorchada, más inservible, con mayores dificultades cognitivas, con una mayor sensación de no servir para casi nada.

¿Por qué llego a este punto? Básicamente porque tengo un pequeño problema de aceptación de mis enfermedades, que son crónicas y que me impiden una vida lo que se llama «normal».

¿Cuál es el otro problema? Que mucha gente te exige como si fueras normal, como si , metafóricamente hablando, te faltaran dos piernas pero estuvieras obligada a participar en una maratón, porque sí, porque quien quiere puede….Y bla bla bla…Todas esas frases de mierda que te dicen para que entiendas que o te adaptas a la sociedad o te dejan fuera…

Afortunadamente esos mensajes me traen absolutamente al pairo. Desde que fui consciente de que la sociedad manda constantemente mensajes a favor de cuidar la salud mental pero que en la realidad te estigmatiza nada de lo que digan me importa.

Y no, si quieres puedes no, no es así. Puedes querer actuar como si no fueras una persona enferma, pero eso está ahí y o lo aceptamos y nos cuidamos o no sólo no nos cuidará nadie,que a eso te acostumbras, sino que además entraremos casi con toda seguridad en un camino de no retorno.

Ese lleno de piedras, cristales rotos, piedras incandescentes y demás utillería infernal donde caminamos mi mente y yo a diario.

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