
¿Lo cuento o no lo cuento?
Una pregunta que se hace la gente recurrentemente, sobre todo en grupos de redes sociales para personas así como yo, es si es mejor contar de buenas a primeras si se es TLP o TOC o se tiene depresión o se es bipolar….Yo durante mucho tiempo abogué por contarlo, dado que así, si alguien tiene fobia a la empatía, podía largarse de manera «caballerosa», aunque fuera una mujer, antes de que la persona en cuestión se encariñara con ella.
Por mi experiencia, papá, da igual contarlo que no, puesto que , casi con toda certeza, te van a acabar dejando con dos palmos de narices con las excusas más flojas y mas cutres del universo literario de los billares o del metaverso, si se forma parte de la élite de los mejores:-)
S lo cuentas y tienes delante a una máscara seguramente te haga creer que no pasa nada,que todos cojeamos de algún sitio,que él por ejemplo tiene almorranas…Vamos,que sabe lo que es » ser distinto». Al final, las máscaras siempre se caen.
Si no lo cuentas y actúas como eres, es decir, como una persona enferma, más pronto o más tarde se van a dar cuenta de que no eres eso que se ha dado en llamar «persona normal» y el alejamiento va a ser progresivo, dado que mucha gente ha venido al mundo a SER FELIZ, y eso incluye apartar de todos los lados cualquier mínimo atisbo de empatía y solidaridad o caridad con quien sufre. Y tu deber es responder a exigencias para satisfacer vacíos ajenos, según el punto de vista de mucha gente.
¿Qué haría yo, con mi experiencia de años, con los cercanos 49 años? No decirlo, punto.
Primero, a nadie le importa cómo soy o cómo dejo de ser.
Segundo, si lo cuento proveo de piedras o cantos rodados a las personas que finalmente pierden la máscara para que me lapiden por no estar a su rabo (frase hecha, claro está).
Cuarto pero no por ello menos importante: me importa un soberano ardite lo que la gente piense de mí y no estoy dispuesta a arriesgarme más a exponerme a que ni se molesten en conocerme y me traten como si fuera «normal», cuando no lo soy y no pudo dar el cien por cien cuando sólo, y con un esfuerzo infernal, llego al uno por cien. O a tratarme como a ese divertido monito de feria para cuando no tenemos a nadie que nos haga ni caso o sentimos que nuestro centro es la Nada.
La realidad de los enfermos mentales es que , excepción hecha de determinadas personas , se nos considera personas de segunda o de tercera, que no ponen de su parte y que se empeñan en no disfrutar con el canto del urogallo o de la calandria, sea lo que sea lo que canten estas aves…
Amén, claro está, de que este nivel de asociabilidad en el que me muevo me permite minimizar los daños que me puedan hacer con la mejor de las intenciones , o la peor,que de todo hay en la Viña del Señor.
Por cierto, si alguien no entiende el vocabulario que utilizo que se haga con un diccionario o más de uno,que no muerden. Dos buenas opciones son el María Moliner o el diccionario de la RAE. Lo sé, es más cómoda la Wikipedia o cosas así simploncillas pero…te dejan en el mismo nivel asnal de siempre.

