
Cuando el cansancio lo impide todo…
O sencillamente la angustia te ciega porque no ves salida o la madeja está tan enrrollada que te dan ganas de romper cosas o gritar…
Esto que me ha tocado vivir no lo he elegido yo, y a veces se hace tan duro, cada segundo es tan doloroso respirar que me disocio y parece que las personas y las cosas me importan un bledo, pero no: ni las personas me importan un bledo (salvo unas cuantas excepciones que por mí como si los operan) ni las cosas me dejan indiferente.
Es sólo que mi mente, quien in extremis está como flotador, es la que me protege y decide en qué momentos estoy y en cuáles no estoy porque si sigo estando aterrizo de cabeza en un brote psicótico por acumulación de estrés y angustia. Entro en piloto automático por mi propio bien y por el de los demás.
Quien ha pasado por esto sabe de qué hablo. Y sabe cómo se sufre. Y sabe las ganas que dan de mandarlo todo al infierno de manera metafórica o real.
Es en momentos así como éste cuando grito de manera callada ¡SOCORRO!
